miércoles, 1 de mayo de 2013





Hace ya más de 40 años, al finalizar los años 60, se planearon y ejecutaron la mayoría de las obras que permitieron el acelerado desarrollo de Cali en las décadas subsiguientes. Entre éstas, las más visibles fueron las avenidas y autopistas que aún hoy en buena medida constituyen la infraestructura vial de la ciudad, pero hubo otras que, aunque menos evidentes, también fueron de gran importancia.



En 1969 se dio al servicio un robusto sistema para la regulación de las aguas lluvias y prevención de las inundaciones. Con una capacidad de 650 mil metros cúbicos, las lagunas de El Pondaje y Charco Azul jugaban en él un papel de gran importancia, pues actuaban como amortiguadores para recoger las aguas mientras se iban trasvasando al río Cauca. Además de su importante función hidráulica, estas lagunas y los humedales aledaños eran también un factor determinante en el buen manejo del ecosistema vecino y recibían el cuidado de la CVC.

La dicha fue corta. Al inicio de los años 80, al tiempo que el alcalde Rodrigo Escobar Navia daba rienda suelta a las urbanizaciones piratas en el distrito de Aguablanca, donde ellas se encuentran, el Municipio asumió el manejo de las lagunas y muy pronto permitió la invasión de sus riberas. Como resultado, fueron perdiendo su capacidad de almacenamiento, hasta que hace dos años era apenas el 12% de la original, y casi cualquier lluvia generaba inundaciones en el sector suroriental de la ciudad.




Buscando solucionar el problema de las inundaciones, se inició una acción conjunta de la CVC y varias otras entidades, para rescatarlas y restituirles su normal funcionamiento. Hasta el gobierno municipal, tan proclive a aceptar invasiones, abandonó su pasividad en ese tema y decidió contribuir al despeje de las riberas con el traslado de cientos de familias invasoras. La primera fase de esta muy plausible acción acaba de concluir con la recuperación de Charco Azul.

Esta recuperación y la que se encuentra en ejecución en El Pondaje, le ofrecen a Cali la oportunidad de obtener un beneficio adicional a la restitución de su función hidráulica, ya de por sí muy importante.

Hace algún tiempo se estuvo debatiendo la posibilidad de construir un ‘Parque del Agua’ en los terrenos del parque del acueducto, en la colina de San Antonio. La idea de dotar a la ciudad de un parque con ese tema es buena, pero el sitio no podía haber sido peor escogido. Además de dañar un hito de la ciudad y de que lo que fue propuesto violaba las normas legales, el hecho es que el agua se aloja en las depresiones y rueda en las lomas. Todo lo que se hubiera hecho allí hubiera sido artificial y postizo.




Al recuperar las lagunas y humedales de El Pondaje y Charco Azul, junto con sus áreas aledañas, Cali cuenta con el sitio ideal para establecer ese parque. Las lagunas en sí afectan directamente cerca de diez hectáreas y su área de influencia puede ser hasta del doble. Son de fácil acceso, pues están sobre la Avenida Ciudad de Cali y son vecinas al MIO y a las autopistas Sur y Simón Bolívar. Con la posibilidad de darle un gran desarrollo paisajístico al sector, no habría mejor polo de recreación para Cali que el que ofrecería un parque del agua alrededor de Charco Azul.



La zona donde están las lagunas de Charco Azul y El Pondaje siempre se inundó. En 1954, cuando se creó la CVC, se construyeron unos diques para interceptar las aguas de los ríos Cañaveralejo, Lili y Meléndez y se dio paso al Distrito de drenaje de Aguablanca.


En las cristalinas aguas de las lagunas de Charco Azul y El Pondaje se cumplieron las pruebas de canotaje durante los Juegos Panamericanos realizados en Cali en 1.971. Hoy, después de esos espejos azules solo queda el recuerdo. Las lagunas de Charco Azul y El Pondaje almacenaban 680.000 metros cúbicos de agua, volumen que se vio restringido a 70.000 metros cúbicos por las basuras, por los escombros y por el crecimiento urbanístico. Hoy la zona huele feo, a caño.

Las pruebas de canotaje de 1971 serían las últimas que se realizarían en estas lagunas ubicadas en el oriente de Cali, en el Distrito de Aguablanca. Las tierras agrícolas que las rodeaban empezaron a ser invadidas y la mano del hombre terminó llenándolas de escombros, de basuras y de aguas residuales, hasta que los espejos de agua desaparecieron.






EL MONSTRUO... 


Hasta la década del 70, cuando se desencadenó la invasión por parte de inmigrantes del Pacífico vallecaucano, nariñense y caucano, la zona conservó su vocación agrícola. La laguna de Charco Azul que puede ocupar 9,97 hectáreas está invadida por los asentamientos de Belisario Betancourt, Cinta Sardi y Charco Azul y rodeada por los barrios de Villa del Lago y Marroquín I. La de El Pondaje ocupa 15 hectáreas y la rodean los asentamientos de Nuevo Horizonte, Villablanca y Belisario Betancourt, así como los barrios de Marroquín III, El Laguito y La Paz.

Precisamente, en Charco Azul, fue donde surgió la leyenda del monstruo de la laguna. Decían que llegaron a encontrarse 100 muertos en el fondo y que los cuerpos no salían hinchados por efectos del agua, sino encogidos y que todos eran hombres y ninguno de la zona. Si bien pudo ser parte del imaginario de sus propios habitantes, también existe una versión de que los 100 muertos fueron verdaderos y que fueron producto de la violencia, de los inicios del narcotráfico. 




Un informe de la Contraloría Municipal del 2001 señalaba que, por la degradación de las aguas, no se encontraron ni insectos en su forma larvaria. De flora solo quedaba la higuerilla, la pringamoza, la dormidera, pastos de guinea y algunos chiminangos. También se lograron ver torcazas, periquitos de anteojos, azulejos, pechirojos y gorriones. Jaime Bonilla, quien fue uno de los primeros que llegó a la invasión de Cinta Sardi, justo al lado de Charco Azul, dice que las que abundan ahora son las culebras y que muy de vez en cuando se puede ver alguna tortuga.

En el 2010 se empezarian los trabajos de recuperación de las lagunas para que no solo se pueda remar en ellas, sino para que cumplan con su función reguladora de aguas lluvias, como lo hacían antes de que fueran invadidas.

En una primera fase Emcali invertiria 20.000 millones de pesos, recursos que saldrian del Fondo de Capitalización al que aportan todos los caleños vía tarifa, y la CVC invertiria 5.600 millones que provienen de la sobretasa ambiental. Para la labor paisajística, que queda en manos del Dagma, se destinarian otros mil millones de pesos y Corpocuencas aportaria 300 millones para el componente social.

La recuperación total de las lagunas demandaria cerca de 160.000 millones de pesos. 




POCO A POCO...

En la primera fase de recuperación habrá que reubicar unas 400 viviendas de invasión. Lo que se busca es recuperar su capacidad hidráulica y su función de regular el sistema de aguas lluvias en el sector oriental de Cali para acabar con las inundaciones en la parte final de las comunas 6, 14, 21 y 13.




Primero se trabajará en la laguna de Charco Azul. El ingeniero Hernando Devia, de la CVC, dice que lo primero será extraer los lodos. La entidad se encargará de dragar 89.000 metros cúbicos y Emcali retirará otros 210.000 metros.

Para empezar a recuperar el volumen, las aguas lluvias que llegan al Canal Autopista se desviarán hacia la laguna.


En el Canal se instalarán dos tuberías de 2,10 metros de diámetro y 800 metros lineales que permitirán recoger 40 metros cúbicos por segundo de las aguas lluvias que viajan por él. "Ya no entrarán al canal sino que irrigarán la laguna, el agua se irá soltando poco a poco para evitar el impacto".


"Será muy bueno porque con una laguna el sector se valorizará y a nosotros nos reubicarán", dijo José Canizales, de 40 años y natural de Condoto, en el Chocó. Vive en la zona de invasión de Cinta Sardi, donde nacieron dos de sus hijos.









1 comentario:

  1. Excelente recuento, creí que iban a escribir también sobre el mito de un monstruo que se decía existía en una de las lagunas, que ha pasado con la obra hasta ahora? Me gustaría conocer mas

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